Con palmas y un simple paso hacia cada lado, indígenas Ngäbe-Buglé de Panamá entonan el pegadizo cántico "bailalele" y "cantalele", que se traduce como "Aleluya", para celebrar otro aniversario de su religión oficial, la Mama Tatda, una mezcla de catolicismo y elementos originarios que "liberó" a este pueblo indígena hace 58 años.
Rodeados de la inmensa selva del oeste de Panamá, casi un centenar de ngäbe-buglés con sus coloridos atuendos tradicionales, caracterizados por los pequeños detalles de dibujos geométricos, se arrodillan sobre la tierra húmeda y comienzan a rezar en lengua ngäbere.
Alzan su voz por encima de la gruesa lluvia característica de esta época del año, que golpea sobre la delicada pérgola de zinc sostenida por listones de madera bajo la que se cobijan.
"Ángel guardián, mama maría, tatda Dios", repiten cuatro veces los hombres y mujeres, separados por géneros a ambos lados del corto espacio, y comienzan a santiguarse de forma especial con los ojos cerrados: en vez de los cuatro pasos tradicionales en señal de la Santa Cruz, los indígenas hacen seis, tres sobre la cintura, dos a los hombros, y uno sobre la cabeza con las manos en oración.
Orando durante un mínimo de seis veces al día, en la comunidad de Los Ángeles, situada en la provincia occidental de Chiriquí, fronteriza con Costa Rica, los ngäbe buglé celebraron durante la semana del 22 de septiembre el aniversario de la llegada de Mama (mamá, Virgen María) Tatda (papá, Jesucristo).
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UN AÑO COMPLICADO PARA LOS NGÄBE BUGLÉ: SECTAS MORTALES Y EL COVID
Este 58 aniversario de la Mama Tatda ha estado marcado por dos elementos inéditos: unos eventos violentos vinculados a sectas que han provocado la muerte de al menos 8 nativos, casi todos mujeres y menores, en supuestos ritos exorcistas, así como la pandemia del COVID-19, que ha golpeado con dureza a esta comarca signada por la pobreza y la falta de infraestructura de todo tipo.
La Iglesia Mama Tatda negó cualquier vinculación con las supuestas sectas y sus "prácticas que no son religiosas sino son fuera de lo natural", asegura a Efe el presidente del Congreso Ngäbe-Buglé, Raimundo Palacio.
Los seguidores de Mama Tatda reconocieron a Efe que les da lástima y dolor lo ocurrido a sus hermanos asesinados o vejados, como el caso de 5 menores retenidos por un autodenominado "mesías" que abusó de ellos, pero resaltaron que en su Mama Tatda no hace "brujería" y que, por el contrario, solo predica "paz y amor".
La Fiscalía de Panamá investiga a tres sectas detectadas en la comarca Ngäbe Buglé, una de las cinco que hay en Panamá, unos territorios autónomos, de difícil acceso y azotados por la pobreza y la ignorancia, como denuncian los líderes originarios.
Diez miembros de una de esas sectas, la denominada "La nueva luz de Dios", son enjuiciados por el homicidio en enero pasado de una mujer de 33 años embarazada, sus 5 hijos menores de edad y una adolescente, cuyos cadáveres fueron hallados dentro de una fosa en un área recóndita de la comarca.
Al menos otras cinco personas, supuestos integrantes de otra secta, fueron detenidas entre agosto y este septiembre por haber retenido a cinco menores, ya rescatados, mientras que a tres de ellos se les imputó también por la muerte de una persona cuyos restos fueron hallados en una fosa.
Al sentimiento de terror que inunda a algunas zonas de estas tierras por las sectas se sumó la pandemia del nuevo coronavirus: la comarca Ngäbe-Buglé es la más afectada por la enfermedad con 1.020 casos del total de más de 1.800 registrados en todos los territorios indígenas del país hasta principios de agosto pasado, según los datos oficiales disponibles.
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LA MAMA TADTA
La Iglesia Mama Tatda es la religión oficial de la comarca Ngäbe-Buglé, la más extensa de Panamá, y desde que en 1999 está contemplada en su carta orgánica.
La "iglesia", como la llaman sus feligreses, es sincretista y amerindia, pues combina el catolicismo con elementos animistas indígenas, predican "la palabra de Jesús" en su idioma junto con bailes y cánticos originarios, y mantienen las pinturas faciales y el respeto a la naturaleza.
Casi la mitad de los cerca de 250.000 habitantes de la comarca pertenece a la Mama Tatda -aseguran autoridades autóctonas a Efe- que establece la prohibición de la balsería (festival de fortaleza entre hombres), la "chicha fuerte" (consumo de alcohol) y la poligamia, y promueve la igualdad entre hombres y mujeres como pilar de su cultura.
La historia cuenta que Mama Tatda apareció ante Delia Bejerano de Atencio -su nombre indígena era Besikö Kruningrobu- en 1962 para "liberarles" del sometimiento de los "colonos" y conducirles "por el camino de la fe y las buenas prácticas".
Besikö murió tras una fuerte fiebre en 1964, a los 23 años, dejando en la orfandad a una niña de 2 años Emilce Atencio, quien ahora encabeza la iglesia y vive en una comunidad en las profundidades de la comarca.
Clementina Pérez, una de las líderes religiosas, cuenta a Efe con mirada firme y la cara adornada con las pintas tradicionales negras y rojas que se asoman tras la mascarilla, que el Ngäbe-Buglé era un "pueblo humilde y masacrado, hasta que Mama Tatda bajó y dijo que nos iba a liberar y pidió cumplir su mandato para que el mundo continúe".
La lucha es parte del alma de Pérez. En 2015 salió a las calles a luchar en contra de la construcción de una hidroeléctrica en áreas contiguas a comarca, donde se mantiene un campamento, que ella lidera, a orillas río Tabasará, en cuyo lecho está un petroglifo precolombino considerado sagrado para la Mama Tatda que quedó "totalmente inundado" tras el llenado de la presa.
Mientras sujetaba una foto con rabia, donde se aprecia como seis policías la retenían en el suelo en aquellos días de lucha, Pérez explica que la lucha nunca ha cesado para ella.